La Huella del Trauma
Una huella invisible que marca nuestro Ser:
¿Qué es realmente el trauma? ¿Puedo tener algún tipo de trauma? ¿Cómo afecta a mi vida? Seguro que en algún momento te has hecho estas preguntas o quizás otras con respecto al trauma y sus consecuencias, en este artículo vamos adentrarnos en los eventos traumáticos que tanto marcan en la vida de una persona. Si has tenido un evento traumático o alguien de tu entorno, este artículo te ayudará y seguramente resolverás muchas de tus dudas.
¿Qué es el trauma?
El trauma es un choque emocional que ocurre tras un evento negativo, que suele impactar de manera tan profunda que no somos capaces de procesarlo adecuadamente en el momento, y produce un daño en el inconsciente.
Esta experiencia puede agravarse si además no contamos con el apoyo emocional necesario de amigos, familiares o seres cercanos. De hecho, uno de los elementos clave que diferencia a un evento traumático de un evento doloroso pero manejable es el apoyo emocional de nuestros seres queridos y círculos sociales en el momento del suceso.
El trauma no solo es el evento vivido, sino también de cómo posteriormente lo enfrentamos y si conseguimos ayuda adecuada.
¿Qué tipos de Traumas hay?
Cada trauma es distinto y cada persona lo vive de diferentes maneras, pero a grandes rasgos se pueden clasificar en dos tipos; T y t. El trauma T son aquellos que nacen de eventos puntuales de alto impacto, como un accidente de tráfico, un desastre natural o un ataque violento. Estos eventos suelen ser dramáticos y ocurren en un solo momento, pero su impacto puede ser tan grande que sus efectos se mantienen durante mucho después de que el evento haya pasado. Por otra parte, el trauma t es más insidioso, ya que se trata de experiencias continuadas y repetidas a lo largo del tiempo, como la negligencia emocional en la infancia, el abuso verbal o físico, la violencia de género o la invalidación constante de las emociones. Este tipo de trauma es más complicado de identificar porque se desarrolla progresivamente, y la persona puede llegar a normalizar ciertas situaciones que en realidad son profundamente dañinas. Ambos tipos de trauma, ya sea puntual o prolongado, dejan huellas invisibles en nuestra psique, pero también afectan profundamente a nivel biológico.
Efectos del Trauma
Quizás al hablar de trauma pensamos que afecta únicamente a lo emocional y psicológico, sin embargo nuestro cerebro y cuerpo son afectados por años debido a un estrés crónico ocasionado por el trauma.
La amígdala, la estructura cerebral encargada de gestionar nuestras respuestas emocionales, se vuelve cada vez más sensible y reactiva ante cualquier estímulo, incluso aquellos que en circunstancias normales serían triviales. Esto provoca que reaccionemos de manera desproporcionada a las situaciones cotidianas, es decir te encuentras en un estado de alerta continúa. La persona traumatizada puede experimentar tanto hiperactivación (sentimientos de ansiedad extrema, irritabilidad, dificultad para relajarse) como hipoactivación (sensación de desapego, desconexión emocional, falta de energía) de manera crónica. Estos efectos puede persistir durante años, e incluso décadas, después del evento traumático.
Otro de los efectos más significativos del trauma es la reducción de nuestra ventana de tolerancia. Esta es la capacidad que tenemos para afrontar el estrés y las emociones sin descontrolarnos. Cuando vivimos bajo estrés continuo o sufrimos un trauma, nuestra ventana de tolerancia se acorta, lo que significa que nos resulta más difícil mantener la calma frente a situaciones de tensión que en otro estado podríamos afrontar con normalidad. A menudo, nos sentimos abrumados por lo que debería ser una respuesta emocional normal ante los desafíos cotidianos. Este fenómeno puede afectar nuestra vida diaria, nuestras relaciones y nuestra capacidad de tomar decisiones de forma racional.
Cómo afrontar un trauma

Afortunadamente los efectos del trauma pueden ser tratados por profesionales y ofrecer una salida hacia el bienestar. La terapia EMDR, una de las técnicas que aplicamos en nuestra consulta, puede ayudarnos a ampliar esa ventana de tolerancia y a restablecer el equilibrio emocional y fisiológico. A través de técnicas específicas, podemos aprender a procesar y reestructurar las experiencias traumáticas, dándoles un nuevo significado y permitiendo que dejen de dominar nuestras vidas. La terapia no pretende olvidar el trauma, sino integrar esa experiencia en nuestra vida de una manera que nos permita seguir adelante sin que el dolor del pasado gobierne nuestro presente ni determine nuestro futuro.
Como bien explica Anabel González en su libro Las cicatrices no duelen, a medida que avanzamos en un proceso terapéutico, podemos llegar a recordar los eventos traumáticos, pero lo haremos sin el mismo dolor ni las mismas reacciones emocionales desbordadas que solíamos experimentar. En otras palabras, el dolor deja de ser una barrera para seguir adelante. El trauma ya no tendrá el control de nuestra vida, y aprenderemos a gestionar nuestras emociones de una manera saludable y adaptativa.
El camino hacia la sanación es largo y, a menudo, desafiante, pero es posible. En la psicología integradora especializada en trauma, el objetivo es proporcionar herramientas y apoyo emocional para que puedas comprender, procesar y transformar el dolor de lo vivido en una oportunidad para el crecimiento personal. No importa cuán profundo haya sido el trauma, siempre es posible encontrar el camino hacia la recuperación y el bienestar. El primer paso es reconocer que el dolor no tiene que definirnos, y que, con la ayuda adecuada, podemos vivir una vida plena y equilibrada, más allá de lo que hemos sufrido.
Si ese artículo te ha ayudado y has vivido un evento traumático no dudes en contactarme y juntos caminaremos hacia tu bienestar emocional.